CALIGRAFIAS MURALES
Las caligrafías urbanas dispersas por las calles, como signos crípticos, parecieran “escribir” una sentencia : lo manuscrito murió, viva la digitación computacional.
Estos signos gráficos murales, ejercicios que reafirman una inscripción reiterativa de un mismo mensaje, subyacentemente, hacen público esa probable extinción. Traduzco en esos jeroglíficos del siglo XXI una manifestación colectiva casi subliminal, un gesto rebelde que se resiste a esa agonía.
Si la evolución de la letra escrita a mano a la letra digitada electrónicamente por el avance tecnológico es inevitable, el gesto de aquellos que garabatean rayados en los muros urbanos, es contradictorio. Son generaciones “computines”.
Antes de incorporarse definitivamente al sistema computacionales de oficinas, fabricas, corporaciones, gabinetes, estaciones de trabajo y notebooks parecen intuir que sus manuscritos quedaran sepultados bajo el signo electrónico.
Creo que ese deleite en mover la mano para estampar un gesto de grafito en un plano tangible, aunque ya no sea útil, nunca desaparecerá. Probablemente algunos nostálgicos diletantes de esa habilidad, son los cultores de ese grafismo callejero.
Fotografia : Paula Seguel M.
(publicada en el diario El Sur en fecha 19.08.06)
Estos signos gráficos murales, ejercicios que reafirman una inscripción reiterativa de un mismo mensaje, subyacentemente, hacen público esa probable extinción. Traduzco en esos jeroglíficos del siglo XXI una manifestación colectiva casi subliminal, un gesto rebelde que se resiste a esa agonía.
Si la evolución de la letra escrita a mano a la letra digitada electrónicamente por el avance tecnológico es inevitable, el gesto de aquellos que garabatean rayados en los muros urbanos, es contradictorio. Son generaciones “computines”.
Antes de incorporarse definitivamente al sistema computacionales de oficinas, fabricas, corporaciones, gabinetes, estaciones de trabajo y notebooks parecen intuir que sus manuscritos quedaran sepultados bajo el signo electrónico.
Creo que ese deleite en mover la mano para estampar un gesto de grafito en un plano tangible, aunque ya no sea útil, nunca desaparecerá. Probablemente algunos nostálgicos diletantes de esa habilidad, son los cultores de ese grafismo callejero.
Fotografia : Paula Seguel M.
(publicada en el diario El Sur en fecha 19.08.06)