Saturday, October 15, 2005

FEUDO ESPACIOS


Como un brote epidémico, los “feudo-espacios”, hoy están en todas partes. Estos, son espacios estancos, cuyo valor reside en ser inaccesibles, al igual que los castillos de la edad media.
La “feudalización del espacio habitable”, que surge en nuestras ciudades, como signos crecientes de una tendencia al “Apartheid”, se explican a si mismos, como un natural resultado de estratificación social, o bien, como acciones de autodefensa de una comunidad que se siente amenazada. Esto último se fundamenta en un resguardo de lo privativo -un derecho que se ejerce- para contener la amenaza de una agresión exterior, ya sea real o imaginaria.
Es un fenómeno urbano que se manifiesta en todos los ámbitos del habitar como arquitectura de defensa : Barrios segregados que permiten la distancia social y el ocultamiento, tanto de la riqueza como de la pobreza; privatización de calles y pasajes barriales; multiplicación de condominios con guardias uniformados y visores electrónicos; enrejamientos y encerramientos de viviendas poblacionales que parecen mas jaulas que hogares; loteos inaccesibles cuyo valor inmobiliario apuesta a la exclusividad y cerramiento a la ciudad, edificios-fortalezas con vigías televisados y exclusas automáticas que se perfilan en el paisaje.
Los espacios habitables, como “contenedores emocionales”, permiten auscultar lo que esta sucediendo, aun las sobrerreacciones. Una de las emociones colectivas predominantes actualmente es el miedo a un acto de trasgresión de lo privativo, que multiplica e intensifica la búsqueda del resguardo, y que exacerba, a su vez, la percepción de lo amenazante. Algunas veces con razón.
No es solamente el tema de la seguridad lo que esta en juego, sino imponer una lógica existencial del control del espacio como algo inevitable que permite su bloqueo. Este vivir apartado, aparece como algo normal, y legítimo.
Como vidas paralelas que casi no se tocan, esto revela una segmentación dura con rasgos, a veces, de neurosis colectiva, de desconfianza a quien consideramos distinto. Lo que lleva a apartarse y a excluirse. Algunos quisieran que toda su vida transcurriera “intramuros”, todo privado, en la mayor exclusividad posible, ignorando ese otro mundo que viene de lo público. Casi un acto de aislamiento compulsivo.
Esta tendencia que cuida tanto la integridad individual, a veces descuida la integración social-espacial, pues solo le importa lo privado, recelando de lo público. Afortunadamente lo público -espacio de todos- finalmente como espacio de apertura, siempre aparece como la instancia que integra, y paradojalmente permite salvar estas distancias, pues tiende puentes que suprime los bloqueos y nos hace a todos accesibles. Menos mal.

Gino Schiappacasse
Arquitecto

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