PLAZA NO RECONOCIBLE
A raíz de la nostalgia -sentida desolación- de una penquista que vive hoy en Santiago al visitar, recientemente, la Plaza de Armas, he querido aludir condensadamente a un trabajo de los arquitectos docentes UBB Leonardo Seguel y Maria Dolores Muñoz acerca de las ultimas transformaciones que ha tenido ésta, y su significación en la identidad urbana de Concepción, publicada en Internet en www.arqchile.cl.
Estas transformaciones que ha tenido la plaza como espacio público, producto de sucesivas intervenciones, la han despojado de cualidades únicas, perdiendo lo más esencial: la identidad local. Como parte un proceso de transculturización que la ha ido constituyendo en un lugar ajeno y lejano, hoy es difícil reconocerse en el, especialmente en su cotidianeidad.
La actual dureza del vacío, en parte debido a lo ralo de su masa vegetal, la ha privado de su interioridad con un entramado de situaciones de cobijo en medio de lo público, que ha diluido su espacio propio, desapareciendo sus limites originales. Esto se traduce en una perdida sustancial de su entidad espacial, de su escala y de su primacía como espacio publico, adquiriendo una amplitud desmesurada y sobreexpuesta.
Esta atmósfera de vastedad no es capaz de sostener, de la misma manera, la intensidad de usos y aconteceres que le daban vitalidad, pero mas que todo la han transformado en un lugar difícil de comprender y disfrutar, en un espacio que no se siente como propio, casi inexcrutable.
Provoca cierto impacto emocional su sensación de artificialidad, pero más, su excesiva transparencia que le resta cobijo. Esto aminora la posibilidad de confidencia e intimidad para el permanecer, alterando sus distancias proxémicas.
En la nostalgia hay un sentimiento de pérdida por lo pasado, de algo que se fue y que nunca volverá. Reconozco que siento lo mismo.
Gino Schiappacasse R.
Arquitecto
Estas transformaciones que ha tenido la plaza como espacio público, producto de sucesivas intervenciones, la han despojado de cualidades únicas, perdiendo lo más esencial: la identidad local. Como parte un proceso de transculturización que la ha ido constituyendo en un lugar ajeno y lejano, hoy es difícil reconocerse en el, especialmente en su cotidianeidad.
La actual dureza del vacío, en parte debido a lo ralo de su masa vegetal, la ha privado de su interioridad con un entramado de situaciones de cobijo en medio de lo público, que ha diluido su espacio propio, desapareciendo sus limites originales. Esto se traduce en una perdida sustancial de su entidad espacial, de su escala y de su primacía como espacio publico, adquiriendo una amplitud desmesurada y sobreexpuesta.
Esta atmósfera de vastedad no es capaz de sostener, de la misma manera, la intensidad de usos y aconteceres que le daban vitalidad, pero mas que todo la han transformado en un lugar difícil de comprender y disfrutar, en un espacio que no se siente como propio, casi inexcrutable.
Provoca cierto impacto emocional su sensación de artificialidad, pero más, su excesiva transparencia que le resta cobijo. Esto aminora la posibilidad de confidencia e intimidad para el permanecer, alterando sus distancias proxémicas.
En la nostalgia hay un sentimiento de pérdida por lo pasado, de algo que se fue y que nunca volverá. Reconozco que siento lo mismo.
Gino Schiappacasse R.
Arquitecto
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