CIUDAD BORRADA
Según la fisica, la oscuridad no existe, solo es ausencia de luz. La calidad luminica existe por corpúsculos irradiados en los cuerpos solidos. La luz anima el espacio, mas aún, en la noche.
La nocturnidad -calidad de nocturno- de Concepción es mas bien sombría.
Lejanamente, la masa urbana es una débil nube anaranjada en medio de la noche, presa del apagamiento que la envuelve. Solo las emisiones electricas que señalizan metáforas luminosas de publicidad o las distanciadas luminarias publicas, “aclaran” una poetica urbana difusa. Si la ciudad diurna es nitida, la nocturna, es borrosa.
Con la noche, la ciudad muta, toda su espacialidad cambia. Aparecen bolsones de luces y sombras, que cualifican sus espacios.
Antes, la plaza resplandecia con las baldosas amarillas, hoy la horizontalidad adoquinada se “chupa” toda la luz, recorrida en penumbras. Efecto luminotécnico.
Atrapan, los cubos de luz que reflectan las vidrieras comerciales, incluso parecen envolvernos en atmosferas de otros lugares. Es el caso de los locales adyacentes al Teatro Concepción, extendidos a la calle con sus pantallas cosmopolitas, que nos transportan. Al dejarlos, volvemos a la cotidianeidad apagada.
En contraste, nos absorben la oscuridad de la Intendencia, del Municipio, incluso de la Catedral que se vuelven arquitecturas invisibles con la noche.
Islas notables son el cubo azul frente a la Pompeya, la caja vidriada semi verde del Lider Estacion, o los neones coloridos que dibujan las esquinas callejeras con tintes, deformando la tonalidad de la realidad.
Si la modernidad es medible en cantidad de lux, la luminotecnia urbana penquista es “años 60”, muy tenue en lo público. Induce una “emocionalidad de la penumbra” en los vacios urbanos como veredas, calles, plazas, paraderos y parques oscurecidos. Estos, parecieran parasitar del alumbramiento de letreros, vitrinas, pantallas y focos reflectores. Los transeutes son siluetas y rostros difusos, fundidos en este halo de apagamiento.
Esta ciudad se “borra” con la noche, tragada por la oscuridad.
Gino Schiappacasse
Arquitecto
La nocturnidad -calidad de nocturno- de Concepción es mas bien sombría.
Lejanamente, la masa urbana es una débil nube anaranjada en medio de la noche, presa del apagamiento que la envuelve. Solo las emisiones electricas que señalizan metáforas luminosas de publicidad o las distanciadas luminarias publicas, “aclaran” una poetica urbana difusa. Si la ciudad diurna es nitida, la nocturna, es borrosa.
Con la noche, la ciudad muta, toda su espacialidad cambia. Aparecen bolsones de luces y sombras, que cualifican sus espacios.
Antes, la plaza resplandecia con las baldosas amarillas, hoy la horizontalidad adoquinada se “chupa” toda la luz, recorrida en penumbras. Efecto luminotécnico.
Atrapan, los cubos de luz que reflectan las vidrieras comerciales, incluso parecen envolvernos en atmosferas de otros lugares. Es el caso de los locales adyacentes al Teatro Concepción, extendidos a la calle con sus pantallas cosmopolitas, que nos transportan. Al dejarlos, volvemos a la cotidianeidad apagada.
En contraste, nos absorben la oscuridad de la Intendencia, del Municipio, incluso de la Catedral que se vuelven arquitecturas invisibles con la noche.
Islas notables son el cubo azul frente a la Pompeya, la caja vidriada semi verde del Lider Estacion, o los neones coloridos que dibujan las esquinas callejeras con tintes, deformando la tonalidad de la realidad.
Si la modernidad es medible en cantidad de lux, la luminotecnia urbana penquista es “años 60”, muy tenue en lo público. Induce una “emocionalidad de la penumbra” en los vacios urbanos como veredas, calles, plazas, paraderos y parques oscurecidos. Estos, parecieran parasitar del alumbramiento de letreros, vitrinas, pantallas y focos reflectores. Los transeutes son siluetas y rostros difusos, fundidos en este halo de apagamiento.
Esta ciudad se “borra” con la noche, tragada por la oscuridad.
Gino Schiappacasse
Arquitecto
0 Comments:
Post a Comment
<< Home