Thursday, August 31, 2006

PERDIDOS EN LA GLOBALIDAD


Una historia trivial en un lugar trivial, como es la película “Perdidos en Tokio” de Sofía Coppola cuyo titulo original seria “Perdidos en la Traducción”, puede inicialmente no tener intensidad como trama, pero impensadamente, la atmósfera que van adoptando esas pausas de exploración existencial, tan propias de este film, finalmente nos roban el corazón, por la presencia del contexto arquitectónico, y su alusión metafórica, a lo que significa estar perdido en el espacio, y al mismo tiempo ser trashumante.
Este adentramiento, que nos va abriendo los sentidos del alma, tiene una dimensión contextual e intima a la vez, que deja al descubierto, las cavilaciones habituales que pueden hacerse sobre la existencia estos seres ausentes, dubitativos y trashumantes como son los dos protagonistas, y que podríamos ser cualquiera de nosotros, en un lugar y una situación similar.
La situación de esta película tan intimista es eminentemente alusiva a lo contextual del espacio, ya sea un hotel tan común como repetido o calles atestadas que en este caso, esta representando escenarios triviales del deambular urbano de difícil ubicación temporal, y que nos enfrentan al caos y confusión de las ciudades modernas, especialmente como extranjero. Análogamente desliza la idea de cierto extravio existencial contemporaneo, permitiendonos reflexionar sobre la vida errante en la cultura global que todos hemos experimentado.
Implícitamente, la existencia de esas atmósferas que aluden directamente a los “No Lugares” como ámbitos sin identidad propia, así denominados por el etnólogo francés Marc Augé, donde transcurre la historia, nos trae el tema de la descontextualización como un fenómeno recurrente, universal y tan actual.
Estos paréntesis, propios de las horas muertas en espacios de tránsito, como las estaciones de trenes o los lobby de los aeropuertos, y que en este caso es un hotel 5 estrellas que podría estar en cualquier lugar del planeta, en que parece suceder solo lo trivial, se constituye en un refugio, para recobrar la propia identidad, en un contexto tan extraño como indescifrable, aun cuando sea un espacio convencional e impersonal.
El insertarse en una contextualidad al que no se esta habituado, en este caso la cultura japonesa, en que se debe leer la realidad, traduciendo sus diferencias a cada instante, y que alude al titulo de la película, es también el drama de desajuste que nos enfrenta a lugares que no nos son familiares, y en que no podemos reconocer los elementos particulares de lo diferente, ya sea un paisaje, una atmósfera incomprensible, un lenguaje o ciertas costumbres en que no podemos descifrar sus claves, que nos saca del rumbo de lo conocido y nos pone en la aislación y soledad de lo inescrutable, en la cual nos sentimos perdidos.
Aquí, el hecho de estar perdido no es solo una desorientación contextual o un extravio espacial, por estar atrapado en una cultura enigmática, sino que, en cierta forma, es estar extraviado en la transitoriedad existencial.
Es la desorientación espacial obvia a la que alude el film, y que también metafóricamente nos involucra con lo existencial, la que nos señala que lo trivial es el refugio de lo común, la “No Lugaridad”, como una dimensión necesaria para encontrarse, y no perderse, ante lo indescifrable de la diversidad global.
La falta de particularidad de esos anti-lugares, tan convencionales y repetitivos, pueden ser las únicas referencias comunes necesarias para orientarse en un mundo globalizado en medio de múltiples culturas y modos de vida.
Los “no lugares” constituyen así la lugaridad trivial a la que se sujeta mi convencionalismo y es el lenguaje común de la globalidad, en este caso la “American Life”.
Esta claro que en estos lugares comunes no hay asombro ni sorpresas, pues mas bien buscamos la predecibilidad de las rutas conocidas como serian los “city tours” de los paquetes turísticos o la reiteración dietética de los “fast food”.
Perder las referencias espaciales, puede ser de ida o vuelta, interrogándonos, también sobre el significado de perder el sentido de lugar, ante la impersonalidad.
Paradojalmente, así como estos “No Lugares” nos facilitan las cosas, por su lenguaje universal que todos parecen comprender, también nos pueden provocar distorsiones perceptivas su extendido convencionalismo que parece teñirlo todo de un mismo color.
Las atmósferas de las salas de espera, los lugares de transito, los ambientes repetitivos de hospedajes o los Servicios Express, los Malls y centros comerciales o los lugares de intercambio financiero, las cadenas de comida rápida o los enclaves de esparcimiento masivos que parecen todos renderizados y formateados, nos traen, habitualmente el pálpito de haber estado en un lugar idéntico, que no podemos particularizar, por la ausencia de referencias únicas, como experiencia común, que parecen ser provocado por la descontextualización arquitectónica actual.
Esa familiaridad espacial, que puede orientarnos en medio de la diversidad contextual, también nos puede extraviar, por no reconocer lo propio de un lugar en la similitud evocativa con otros lugares tan semejantes y clonados, que parece multiplicar la sensación “mas de lo mismo” de un mundo empequeñecido y sin matices.
Asi como los viajes nos convierten en trashumantes, tambien como paradoja la sensación de no lugaridad tan extendida alimenta el presentimiento que la decontextualizacion nos hace extranjeros en nuestra propia realidad, de estar perdidos en medio de tanta globalidad.

Gino Schiappacasse R.
Arquitecto